viernes, 9 de mayo de 2025

EL CORAZÓN DE UNA MADRE: REFLEJO DEL AMOR DE DIOS

 




En medio de los desafíos del mundo moderno, la figura de la madre continúa siendo un pilar esencial en el diseño de Dios para la familia y la sociedad. La Biblia, con toda su riqueza espiritual y humana, honra profundamente el papel de la madre. Lejos de reducirla a un rol pasivo, nos presenta a mujeres llenas de fe, coraje y sacrificio.

Una madre no solo da vida: la sustenta, la educa, la protege y la inspira. Proverbios 31 nos habla de una mujer virtuosa cuya fuerza no radica solo en lo que hace, sino en quién es delante de Dios: “Se levanta aún de noche y da comida a su familia... Se reviste de fuerza y dignidad” (Pr. 31:15,25).

El esfuerzo diario, muchas veces invisible, es notado por Dios. La ternura con la que consuelan, las oraciones que levantan en secreto, las noches sin dormir, y el consejo sabio en tiempos de confusión, todo esto es parte del ministerio materno que impacta generaciones.

Veamos algunos ejemplos bíblicos de madres valientes y abnegadas:

·         Jocabed (Éxodo 2). En un contexto de persecución, arriesgó su vida escondiendo a Moisés, y luego confió en Dios colocándolo en una canasta sobre el Nilo. Su fe y astucia fueron claves para salvar al libertador de Israel.

·         Ana (1 Samuel 1). Humillada por su esterilidad, lloró y clamó a Dios. Prometió dedicar su hijo al Señor, y cuando nació Samuel, lo entregó al templo. Ana es un modelo de madre que comprende que sus hijos le pertenecen a Dios.

·         María (Lucas 1–2; Juan 19). Aceptó con fe su llamado a ser madre del Mesías. Acompañó a Jesús desde el pesebre hasta la cruz. María representa a todas las madres que sufren al ver a sus hijos sufrir, pero permanecen firmes en su fe.

Una madre es muchas veces la primera en renunciar a sus sueños, comodidad o descanso por el bienestar de sus hijos. Su amor se parece al de Cristo: se entrega sin pedir nada a cambio. Isaías 49:15 compara incluso el amor de una madre con el amor de Dios: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz?... Aunque ella se olvidare, yo nunca me olvidaré de ti”.

Dios reconoce el sacrificio de cada madre y lo honra. Las lágrimas que se derraman por los hijos no son en vano. Dios las recoge (Salmo 56:8) y, en su tiempo, traerá fruto y recompensa.

Honrar a nuestra madre no es solo un acto cultural o emocional: es un mandamiento con promesa (Efesios 6:2). En un tiempo donde muchos roles se difuminan, el llamado bíblico es claro: valorar, proteger y agradecer a las madres por su rol fundamental en el plan de Dios.

Que este Día de la Madre no sea solo una celebración, sino una oportunidad para reconocer que una madre que ora, lucha y ama deja una huella eterna en la vida de sus hijos y en la historia del Reino de Dios.

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