domingo, 3 de agosto de 2025

ENTRE LA DUDA Y LA DESERCIÓN

 


Vivimos en tiempos de creciente escepticismo e incredulidad. El mundo se aleja progresivamente de las verdades espirituales, y esta corriente ha comenzado a impactar también a la Iglesia. Lo que antes parecía impensable —que creyentes abandonaran la fe o se alejaran de la comunidad cristiana— hoy se convierte en una realidad cada vez más visible. ¿Qué está pasando? ¿Por qué muchos creyentes dejan de congregarse y renuncian a su fe activa? Este artículo explora las causas de este fenómeno y llama a una reflexión seria sobre la necesidad de convicciones firmes y fe genuina.

I. La incredulidad en el mundo moderno: Un clima adverso a la fe

La incredulidad no es nueva, pero ha tomado nuevas formas. En la actualidad, el pensamiento secular, el relativismo moral y la autonomía del ser humano se promueven como valores supremos. Las redes sociales, los medios de comunicación y los sistemas educativos, en muchos casos, refuerzan ideas contrarias a la fe cristiana. La ciencia, mal entendida, a menudo se presenta como enemiga de la fe; y muchos creen que creer en Dios es propio de personas poco ilustradas.

La Palabra de Dios ya lo advertía: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8)

II. El impacto sobre los creyentes: Fe débil y convicciones inestables

Aunque el mundo ejerce presión, el problema también está dentro. Muchos creyentes tienen una fe superficial, basada en emociones o en experiencias pasajeras. No han desarrollado una relación profunda con Dios, ni han cimentado su vida en la Palabra. Cuando vienen los vientos contrarios —dudas, pruebas, críticas o sufrimientos—, su fe no resiste.

“El que oye mi palabra y no la pone en práctica es como un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena” (Mateo 7:26).

Entre las causas que explican el abandono de la iglesia por parte de muchos creyentes están:

·         Falta de discipulado sólido

·         Predicación ligera y sin profundidad bíblica

·         Escándalos o decepciones con líderes o iglesias

·         Influencias culturales que cuestionan la autoridad bíblica

·         Ausencia de comunión real con Dios y con otros hermanos

III. El llamado bíblico a mantener la fe firme

La Biblia nos llama a una fe que persevera, que se mantiene en medio de la adversidad y que se afirma en las promesas de Dios. El escritor a los Hebreos exhorta: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Hebreos 10:23).

Además, Pablo aconseja que nos arraiguemos en Cristo: “Así como habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe” (Colosenses 2:6-7).

Es urgente que la iglesia fortalezca el discipulado, cultive una espiritualidad profunda, y enseñe a los creyentes a vivir por convicción y no por emoción.

IV. Una iglesia viva en medio de un mundo incrédulo

La incredulidad del mundo no debe intimidar a la iglesia, sino desafiarla a brillar más. Cuanto más oscura es la noche, más se nota la luz. Una iglesia firme, unida, apasionada por la verdad y llena del Espíritu Santo puede ser un faro en medio del caos.

Jesús nos advirtió que la fe de muchos se enfriaría (Mateo 24:12), pero también nos aseguró que las puertas del Hades no prevalecerán contra su iglesia (Mateo 16:18). Por eso, el llamado es claro: volver a las Escrituras, fortalecer la comunión, cultivar la oración, vivir en santidad y testificar con valor.

La incredulidad seguirá creciendo, como parte del cumplimiento profético de los últimos tiempos. Pero eso no significa que la iglesia esté condenada a menguar. Más bien, es una oportunidad para despertar, afirmar la fe, y ser verdaderos discípulos de Cristo. Cada creyente debe examinar su corazón y preguntarse: ¿Estoy edificando mi vida sobre la Roca? ¿Tengo convicciones sólidas? ¿Mi fe puede resistir la tormenta?

Que esta reflexión nos lleve a renovar nuestro compromiso con Dios y con su iglesia, entendiendo que el que persevera hasta el fin, ese será salvo (Mateo 24:13).

 

sábado, 2 de agosto de 2025

NO NECESITO CONGREGARME

 


En los últimos años se ha hecho común escuchar a creyentes decir frases como:
“Ya no asisto a ninguna iglesia, todas tienen fallas”,
“Prefiero tener mi comunión con Dios solo en casa”,
“No quiero saber nada de líderes religiosos, todos son iguales”.
Estos sentimientos no siempre nacen de una rebeldía abierta, sino muchas veces de experiencias reales de decepción, abuso espiritual o incoherencia en la vida de quienes dicen servir a Dios. Sin embargo, la reacción de aislarse completamente de la comunidad de fe, aunque comprensible, no es la solución más sabia ni bíblicamente respaldada.
1. La Iglesia no es perfecta, pero es el diseño de Dios
Desde sus inicios, la iglesia ha tenido problemas internos: divisiones (1 Cor. 1:10–13), hipocresía (Hech. 5:1–11), falsos maestros (2 Ped. 2:1), inmoralidad (1 Cor. 5). Sin embargo, Dios nunca abandonó su proyecto de edificar una comunidad espiritual, ni alentó a los creyentes a desconectarse totalmente de ella.
Jesús mismo dijo: “Edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18).
Y Hebreos 10:25 nos exhorta: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”.
2. ¿Qué peligros hay en vivir la fe en aislamiento?
Aunque algunos argumentan que su relación con Dios es “más pura” en solitario, una fe desconectada del cuerpo de Cristo suele volverse débil, egocéntrica y sin corrección. Aquí algunos riesgos:
Falta de rendición de cuentas: nadie supervisa su vida espiritual, lo que puede llevar al autoengaño.
Orgullo espiritual: pensar que uno está “más iluminado” que los demás puede crear un espíritu de superioridad.
Desobediencia a la Palabra: que nos llama a vivir en comunidad, servir y edificarnos mutuamente (Efesios 4:11–16).
Ausencia de los dones corporativos: la iglesia es el lugar donde se ejercen y reciben los dones del Espíritu (1 Cor. 12).
Aislamiento emocional y espiritual: que puede derivar en enfriamiento de la fe.
3. ¿Y si he sido herido por una iglesia?
Esto es real y doloroso. Muchos han salido marcados por malas experiencias, manipulaciones o injusticias dentro de una congregación. Pero Dios no quiere que vivas toda la vida refugiado en una herida. Hay tiempo para sanar, pero también llega el momento de perdonar, buscar ayuda, y dar pasos para volver a conectar.
La iglesia está compuesta por seres humanos imperfectos, pero también por hermanos sinceros, líderes fieles y oportunidades de crecimiento y servicio. No te prives de las bendiciones que Dios ha preparado para ti dentro de su pueblo.
Consejo final: Sanar, perdonar y reconectarse
Si eres de los que decidió vivir su fe en solitario, te invito a reflexionar:
¿Es esta la voluntad de Dios o es una forma de protegerte del dolor?
¿Qué te estás perdiendo por no ser parte activa de una comunidad cristiana?
¿No será que Dios quiere usarte para ser parte de la solución en una iglesia local?
Dios no nos diseñó para caminar solos. Somos parte de un cuerpo, y cuando un miembro se separa, tarde o temprano comienza a debilitarse.
Pide al Señor sabiduría para encontrar una comunidad donde puedas crecer, servir y ser bendecido. No busques una iglesia perfecta, sino una donde puedas amar y ser amado, corregir y ser corregido, enseñar y aprender.
Porque la fe verdadera no se vive en soledad. Se vive en comunidad.
 

El que le agrada


 

jueves, 31 de julio de 2025

Dios proveerá


 

💔 CUANDO LAS COSAS NO SALEN COMO ESPERÁBAMOS...

"Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos... con todo, yo me alegraré en Jehová."

—Habacuc 3:17-18

A veces luchamos, trabajamos, oramos, soñamos... pero las cosas no salen como esperábamos.

Los negocios no prosperan, las puertas no se abren, los resultados no llegan.

¿Y entonces? ¿Dios se olvidó de nosotros?

¡No! Dios sigue siendo fiel, incluso en el silencio.

A veces Él no cambia las circunstancias de inmediato, porque primero quiere transformar nuestro corazón.

💡 Recuerda esto:

Tu valor no depende de cuánto tienes, sino de cuánto confías.

Dios está trabajando, incluso cuando no lo ves.

No todo fracaso es un final, a veces es una pausa para redireccionarte.

El gozo verdadero no está en el dinero, sino en una relación viva con el Señor.

🙏 Ora así:

"Señor, aunque no vea frutos, seguiré confiando. Aunque la cosecha tarde, seguiré sembrando. Porque mi esperanza no está en lo que tengo, sino en quien Eres Tú."

✨ Dios no se ha olvidado de ti. Él es tu provisión, tu sustento y tu paz.


#Fe #Esperanza #NoTeRindas #ConfíaEnDios #Devocional #Frustración #Habacuc #DiosEsFiel

lunes, 28 de julio de 2025

Perú vuelve a Dios




"Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo que él escogió como heredad para sí."(Salmo 33:12)

Hoy, 28 de julio, celebramos un nuevo aniversario patrio. Nos reunimos como peruanos para conmemorar la independencia de nuestra nación, recordar a los héroes que nos dieron libertad, y elevar nuestras voces en cantos y desfiles. Pero también es un momento oportuno para reflexionar profundamente sobre el rumbo que ha tomado nuestro país.

Vivimos tiempos difíciles. El Perú enfrenta una profunda crisis social, política y económica. La corrupción ha minado las instituciones, la injusticia se ha vuelto común, y la pobreza sigue golpeando a millones de hogares. Muchos jóvenes han perdido la esperanza. El desempleo, la inseguridad, el desánimo y la división parecen reinar.

Pero como pueblo de Dios, no debemos desesperar. La Biblia nos recuerda que hay esperanza para toda nación que se humilla y vuelve a su Creador. El Señor dijo:

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14)

¡Perú necesita volver a Dios! No bastan reformas políticas, ni nuevos líderes, ni promesas vacías. Necesitamos una transformación del corazón. Solo Cristo puede sanar las heridas de una nación quebrantada. Solo Él puede traer verdadera justicia, paz y prosperidad.

Hoy, más que ondear la bandera, debemos alzar nuestras manos al cielo. Más que gritar “¡Viva el Perú!”, debemos clamar: “¡Perú, vuelve a Dios!”. Porque donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia (Romanos 5:20). Y porque no hay futuro sin Dios en el corazón de una nación.

No perdamos la fe. Dios aún tiene planes de bien para nuestro país:

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11)

Oremos por el Perú. Proclamemos el evangelio. Seamos luz en medio de la oscuridad. Y confiemos en que el Señor puede levantar una generación que tema su nombre y transforme nuestra patria.

¡Feliz 28 de julio! ¡Y que Dios bendiga al Perú!

domingo, 27 de julio de 2025

NO RENDIRSE JAMÁS

 


La vida no es un camino fácil. Todos, en algún momento, hemos experimentado pérdidas, decepciones, traiciones, enfermedades, fracasos o sueños rotos. A veces, el dolor parece más fuerte que la esperanza. Las lágrimas brotan solas y la tentación de rendirse se asoma como una opción “lógica”. Pero, aunque nuestras fuerzas parezcan agotarse, rendirse nunca será la salida… sobre todo cuando sabemos que no estamos solos.

Dios está de nuestro lado. Esa verdad lo cambia todo. La Biblia nos recuerda en Romanos 8:31: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" Esta no es una frase motivacional vacía; es una promesa poderosa. El Creador del universo está comprometido con nuestra causa, camina con nosotros en medio del valle más oscuro y, aun cuando todos nos hayan abandonado, Él permanece fiel.

Rendirse es negarse la posibilidad del milagro. Es decirle a Dios: “Ya no creo que puedas hacer algo con esto”. Pero la fe no se alimenta de las circunstancias; se alimenta de la confianza en que Dios puede obrar incluso en medio del caos. David no se rindió ante Goliat, José no se rindió en la cárcel, Job no se rindió en medio de la aflicción, Jesús no se rindió en la cruz… y tú tampoco deberías rendirte ahora.

Cada cicatriz que llevas es una señal de que luchaste, y aún estás aquí. Y si aún estás aquí, es porque Dios aún no ha terminado contigo. Tus lágrimas no son en vano; cada una de ellas es recogida por el Señor (Salmo 56:8). Cada experiencia amarga puede convertirse, en las manos de Dios, en un testimonio poderoso.

Rendirse es dejar que el enemigo gane. Pero seguir luchando, aun con las rodillas temblorosas y el corazón herido, es una declaración de fe. Es gritarle al mundo y al cielo: "Creo que Dios puede levantarme otra vez." Porque lo hará. Él da fuerzas al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna (Isaías 40:29).

No te rindas. Aunque estés cansado. Aunque otros no crean en ti. Aunque te sientas solo. Porque Dios nunca se rinde contigo, y eso ya es razón suficiente para seguir adelante. Hoy puede ser oscuro, pero con Dios, el amanecer siempre llega. La victoria no siempre viene cuando la esperamos, pero sí cuando confiamos.

 

ENTRE LA DUDA Y LA DESERCIÓN

  Vivimos en tiempos de creciente escepticismo e incredulidad. El mundo se aleja progresivamente de las verdades espirituales, y esta corrie...